martes, 10 de julio de 2012

Un poco de humor en la narración, me encanta este cuento, disfrútenlo. EL PESCADO QUE SE AHOGÓ EN EL AGUA El arroyo de La Cruz había crecido por demás y bajando dejó unos charcos en la orilla. Por la orilla iba precisamente el comisario Tero Pelado, al tranquito e su caballo. Era Gumersindo Zapata, a quien no le gustba mirar de frente y por eso siempre iba rastrillando el suelo con los ojos. Así, rastrillando, vio algo que se movía en un charquto y se apeó. Era una tararir, ese pez redondo, dientudo y espinoso, tan corsario que no deja vivir a otros. Vaya a saber por qué afinidad, Gumersindo les tenía simpatía a las tarriras, de manera que se agachó y alzó a la que estaba en el charco. Montó a caballo, de un galope se llegó a la comisaría, y se hizo traer el tacho donde se lavaba los "pieses" los domingos. Lo llenó de agua y echó dentro a la tararira. El tiempo fue pasando y Gumersindo cuidaba todos los días de sacar el "pescado" del agua, primero un rato, después una hora o dos, después más tiempo aún. La fue criando guacha y le fue enseñando a respirar y a comer como cristiano. ¡Y tragaba la tararira! Como un cristiano de la policía. El aire de Tero Pelado es bueno y la carne también, y así la tararira, criada como cordero guacho, se fue poniedo grande y fuerte. Después ya no hacía falta ponerla en el agua y aprendió a andar por la comisaría, a cebar mate, a tener despierto al imaginaria, y hasta a escribir prontuarios (...) Gumersindo Zapata la sabía sacar de paseo, en ancas, a la caída de la tarde. Esa fue la desgracia. Porque en una ocasión, cuando iban cruzando el puente sobre el arroyo de La Cruz, la pobrecita tararira se rsbaló del anca y cayó al agua. Y es claro. Se ahogó. Que es lo que les pasa a todos pos pescados que, dedicados a otra cosa que a ser pescados, olvidan que tienen que ser eso: buenos pescados. (...)

2 comentarios:

  1. HOLA SOMOS DE URUGUAY.ESTA MUY LINDO EL BLOG. ESPERAMOS QUE VISITEN EL NUESTRO.

    ResponderEliminar