martes, 10 de julio de 2012

El mito de Orfeo y Eurídice Eurídice era una ninfa y era la esposa de Orfeo (poeta y músico divino). Orfeo amaba profundamente a su bella esposa quien acostumbraba a pasear con las náyades. Una vez en que la bella Eurídece caminaba en uno de sus paseos, por un prado de Tracia fue vista -según Virgilo- por Arsisteo, quien prendado inmediatamente de ella, la persigue para hacerla suya. Ella escapa con gran velocidad y miedo, pues su corazón sólo le pertenece a Orfeo. En su huída, Eurídice es mordida por una serpiente y muere. Orfeo, desconsolado la llora y su desesperación no encuentra consuelo, por lo que toma la arriesgada decisión de ir en busca de su dulce y amada esposa al Hades, la tierra de los muertos. Con su dulce canto y su poesías, Orfeo logró conmover a Caronte, quien lo deja atravesar el río Estigia, límite entre el mundo de los vivos y los muertos. Después, también con sus habilidades artísticas Orfeo logra convencer a Perséfone y a Hades de que le permitan llevarse a Eurídice. Las divinidades subterráneas aceptan que se la lleve, pero Orfeo debe prometer que no intentará ver a su esposa hasta que la haya llevado a la luz del sol. Entonces, según lo convenido, Eurídice seguía a Orfeo en el camino hacia la luz, y en el momento en que estaban a punto de abandonar las oscuras profundidades, Orfeo tuvo dudas. Así, empezó a pensar en la posibilidad de que Perséfone lo hubiera engañado y que Eurídice no viniera tras él, por lo que no pudo soportar la tentación y se volvió para mirarla y corroborar que ella venía con él. Cuando esto ocurrió, Eurídice fue arrastrada por una fuerza irresistible otra vez hacia el Hades. Orfeo, desesperado, intenta ir de nuevo a rescatar a su amada, pero esta vez Caronte no se lo permite. Orfeo regresó a la Tierra solo y desamparado y mantuvo fidelidad a su esposa hasta su muerte.

4 comentarios:

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    1. Lo visitamos, es muy lindo y vamos a tener en cuenta la sugerencia, suerte y gracias por contactarnos

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  2. Morir en la Pavada
    Autor: Padre Mamerto Menapace OSB
    Libro: “Cuentos Rodados”, Editora Patria Grande, Buenos Aires
    (autorizada la reproducción por la Editora Patria Grande)


    Cuando una vez un catamarqueño, que andaba repechando la cordillera, encontró entre las rocas de las cumbres un extraño huevo. Era demasiado grande para ser de gallina. Además hubiera sido difícil que este animal llegara hasta allá para depositarlo. Y resultaba demasiado chico para ser de avestruz.

    No sabiendo lo que era, decidió llevárselo. Cuando llegó a su casa, se lo entregó a la patrona, que justamente tenía una pava empollando una nidada de huevos recién colocados. Viendo que más o menos eran del tamaño de los otros, fue y lo colocó también a éste debajo de la pava clueca.

    Dio la casualidad que para cuando empezaron a romper los cascarones los pavitos, también lo izo el pichón que se empollaba en el huevo traído de las cumbres. Y aunque resultó un animalito o del todo igual, no desentonaba demasiado del resto de la nidada. Y sin embargo se trataba de un pichón de cóndor. Si señor, de cóndor, como usted oye. Aunque había nacido al calor de la pava clueca, la vida le venía de otra fuente.

    Como no tenía de donde aprender otra cosa, el bichito imitó lo que veía hacer. Piaba como los otros pavitos, y seguía a la pava grande en busca de gusanitos, semillitas y desperdicios. Escarbaba la tierra, y a los saltos trataba de arrancar las frutitas maduras del tuitá. Vivía en el gallinero, y le tenía miedo a los cuzcos lanudos que muchas veces venían a disputarle lo que la patrona tiraba en el patio de tras, después de las comidas. De noche se subía a las ramas del algarrobo por miedo de las comadrejas y otras alimañas. Vivía totalmente en la pavada, haciendo lo que veía hacer a los demás.

    A veces se sentía un poco extraño. Sobre todo cuando tenía oportunidad de estar a solas. Pero no era frecuente que lo dejaran solo. El pavo no aguanta la soledad, ni soporta que otros se dediquen a ella. Es bicho de andar siempre en bandada, sacando pecho para impresionar, abriendo la cola y arrastrando el ala. Cualquier cosa que los impresione, es inmediatamente respondida con una sonora burla. Cosa muy típica de estos pajarones, que a pesar de ser grandes, no vuelan.

    Un mediodía de cielo claro y nubes blancas allá en las altura, nuestro animalito quedó sorprendido al ver unas extrañas aves que planeaban majestuosas, casi sin mover las alas. Sintió como un sacudón en lo profundo de su ser. Algo así como un llamado viejo que quería despertarlo en lo íntimo de sus fibras. Sus ojos acostumbrados a mirar siempre al suelo en busca de comida, no lograban distinguir lo que sucedía en las alturas. Pero su corazón despertó a una nostalgia poderosa. ¿y él, porqué no volaba así? El corazón le latió, apresurado y ansioso.

    Pero en ese momento se le acercó una pava preguntándole lo que estaba haciendo. Se rió de él cuando sintió su confidencia. Le dijo que era un romántico, y que se dejara de tonterías. Ellos estaban en otra cosa. Tenía que ser realista y acompañarla a un lugar donde había encontrado mucha frutita madura y todo tipo de gusanos.

    Desorientado el pobre animalito se dejó sacar de su embrujo y siguió a su compañera que lo devolvió a la pavada. Retomó su vida normal, siempre atormentado por una profunda insatisfacción interior que lo hacía sentir extraño.

    Nunca descubrió su verdadera identidad de cóndor. Y llegado a vieja, un día murió. Sí, lamentablemente murió en la pavada como había vivido.

    ¡Y pensar que había nacido para las cumbres!

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  3. Muy lindo tu blog, esta interesante , si queres visitarnos este es el link http://quemeestascontandosegundo2.blogspot.com/
    Suerte!

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