viernes, 10 de agosto de 2012

Luvias eran las de antes

-¡Qué manera de llover! –dijo el mono. -¿Llover? Ja –dijo el sapo-, no me haga reir m´hijo. Lluvias eran las de antes. -¿Sí, don sapo? -Si sabrá de lluvias este sapo. Figúrese que yo supe estar en el diluvio universal -¿En el diluvio universal? -Y en otro montón de diluvios. -Cuente, don sapo; ¿cómo eran las lluvias de antes? -Los que andaban tristes eran los tigres. Apenas veían una nubecita en el cielo y ya corrían a esconderse. -Entonces los tigres de ahora son más valientes. -¿Tigres de ahora? Ja. No me haga reir. Tigres eran los de antes. -¡Pero le tenían miedo a la lluvia! -¿Miedo? Qué iban a tener miedo. Es que llovía tan fuerte que se les borraban las manchas. ¡Si sabrá de tigres este sapo! -¿Y usted andaba en medio de los tigres? -¿En medio? No, m´hijito. En medio no. Arriba de los tigres, domándolos. Fui el mejor domador de tigres de mi época. -¿Y no lo asustaban los rugidos? -¿Rugidos? ¡Quién les habrá enseñado a rugir sino este sapo! Y eso que rugidos eran los de antes. ¡Qué manera de rugir! Parecía que era el fin del mundo ¡Qué tiempos los de antes! -Me dan envidia, don sapo. Pero ésta es también una época peligrosa. -¿Peligrosa? Peligros eran los de antes. Pero toda gente valiente. Y más los sapos. Este mundo ha cambiado, m´hijo. Un ruido de hojas y de ramas quebradas se oyó entre los árboles, y el sapo, de un salto, se zambulló en la laguna. -Eh, don sapo –dijo el mono-, no dispare que es sólo un tigre. El sapo asomó los ojos en medio de la laguna y contestó: -¿No le dije que el mundo está cambiando? ¡Sapos eran los de antes! Gustavo Roldán

3 comentarios:

  1. Triste, en la noche solitaria y fria Entre sueños te llamo; Triste, al brillar el trabajoso dia Le digo que te amo! Tu seno implora mi abrasada frente Que abaten los enojos; Por tí preguntan con afan doliente A cuanto ven mis ojos! Tiendo los brazos al vapor liviano De la niebla lijera, Y buscó [...]

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  2. YO sé que te deleitas escuchando Los sentidos acordes de mi lira, Y de mis versos el acento blando Tiernos deleites á tu pecho inspira. Yo sé que me comprendes y me amas, Yo sé que vives para mí gozosa, Y en noble orgullo maternal te inflamas, Y te contemplas con mi amor dichosa. Estática [...]

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  3. Alguien limpia la celda
    de la tortura
    que no quede la sangre
    ni la amargura

    alguien pone en los muros
    el nombre de ella
    ya no cabe en la noche
    ninguna estrella

    alguien limpia su rabia
    con un consejo
    y la deja brillante
    como un espejo

    alguien piensa hasta cuando
    alguien camina
    suenan lejos las risas
    una bocina
    y un gallo que propone
    su canto en hora
    mientras sube la angustia
    la voladora

    alguien piensa en afuera
    que allá no hay plazo
    piensa en niños de vida
    y en un abrazo

    alguien quiso ser justo
    no tuvo suerte
    es difícil la lucha
    contra la muerte

    alguien limpia la celda
    de la tortura
    lava la sangre pero
    no la amargura.

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